El diario, El Clarín, de Argentina publicó este domingo un reportaje sobre el socialismo y sus consecuencias en Venezuela.
El reportaje explica que en Caracas es muy común hoy dejar un dólar de propina al chico que empaca las compras en el supermercado. Nada distinto a lo que se hace en cualquier país normal. Sólo que en Venezuela ese mismo dólar supera el sueldo básico semanal en bolívares de un empleado público, un jubilado y hasta de un profesor universitario.
Las colas para cargar nafta (gasolina) duran hasta tres días en las estaciones de servicio; los apagones son diarios, la virulenta hiperinflación ya es la tercera más larga de la historia y los supermercados y almacenes están atiborrados de bienes importados que muy pocos pueden comprar.
La Venezuela bajo el puño de hierro del chavismo se ha convertido en un sistema autoritario donde prospera un capitalismo salvaje; algunos ricos cercanos al régimen son cada vez más prósperos, cerca del 70% de los trabajadores persiste en la informalidad y millones intentan sobrevivir cada día con lo que llevan puesto.
El régimen atribuye el cuadro actual ─gestado durante dos décadas de políticas estatistas y corrupción de un régimen sustentado por bayonetas─ a las sanciones impuestas desde 2017 por Estados Unidos al chavismo por sus acciones contra la democracia representativa y los opositores.
La gran mayoría de los empleados públicos, incluyendo burócratas, policías, militares de bajo rango y trabajadores sociales ganan un salario mínimo pagado por un Estado en quiebra, por eso necesitan cada vez más apelar a las coimas, las limosnas o los regalos para sobrevivir la quincena.
Es posible comprar una botella de whisky escocés o de vino argentino por unos 10 dólares, pero el kilo de carne ya vale unos 4 dólares y la canasta mensual de alimentos básicos unos 300, según estudios de Cendas, un centro de investigación del gremio nacional de maestros.
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